“En mi casa no había libros.
Sólo cariño.
Mis padres tenían un corazón grande y la mirada simple.
No tenían libros.
A veces llovía y llegaba el otoño pero todo lo que sentíamos se quedaba ahogado aquí porque sabíamos pocas palabras.
Partí tarde”.
Extraído de http://escueladeespectadoresdeteatro.blogspot.com/
Guillermo Calderón, el actor, director y dramaturgo, no deja de sorprendernos luego de Neva y Diciembre, con esta joya del teatro: Clase
Ellos reclamaron sus derechos, ocupando las calles chilenas. Intentaron censurarlos a golpes, intentaron encarcelarlos, pero las voces no dejaban de cesar. Clase, del chileno Guillermo Calderón, es una armonía entre texto y actuación, que dejan perplejo al espectador, pensando “¿Eso que dijo está bien, o está mal?”. La obra va en línea recta, como en una cornisa, un abismo, que deja a uno dudando, y ya cuando ve el final, uno termina por caer. Y ahí es cuando todo tiene sentido.
Es la historia de una alumna y un profesor deseoso de contar las falencias de su vida. Dos personajes contrastantes, equilibran la puesta en escena, encerrados y presos de un aula mientras afuera se desarrollan manifestaciones por los derechos estudiantiles. Él, pesimista, que había visto las revoluciones levantarse y caer, como aquel Mayo Francés, y ella, optimista, asegura que si el futuro les depara amarguras, la nueva juventud sabrá enfrentarlas con una sonrisa.
Él se contradice solo en sus monólogos, le habla de todo lo negativo que sufrió en su vida, sus ilusiones gastadas, sus sueños rotos. Ella, quería dar su disertación sobre el Buda, a toda costa, y además de esto, buscaba la felicidad de su profesor. Algo de budismo, ideas anarco comunistas, una mezcla de ideas metidas en una licuadora que dieron como resultado esta obra de teatro: pura poesía.
Pingüinos revolucionarios, lápices que escriben
Iniciaron su revuelo tomando los colegios. Pedían mejoras edilicias, pedían una mejora de la educación, que el Estado se hiciera cargo, entre otras cosas. Tuvieron el apoyo de la mayoría de los sectores sociales, y así el 90% de las instituciones educativas de Santiago comenzaron su revolución, pidiendo lo básico e indispensable cuando uno quiere aprender dignamente. ¿Esto acaso, no se nos hace reconocido?, es exactamente lo que los estudiantes pidieron en 2008 (aunque en Argentina, también pedimos Becas, un derecho estudiantil innegable).
Chile y Argentina no dejan de parecerse en este echo lamentable: crisis de lo público, lo que debería ser de todos, está en mal estado. ¿Es porque la gente no lo cuida? ¿O es porque, el Estado descuida lo que pertenece a su órbita mientras los ciudadanos compran el cuento de que lo privado es lo mejor?
Pedían por el pase escolar gratuito y unificado. ¿Esto acaso no nos recuerda a 1976, a “la noche de los lápices”? Al parecer, estudiantes chilenos y argentinos no dejamos de parecernos. A fin de cuentas, a pesar de todos los conflictos que pudo haber entre Chile y Argentina, somos hermanos. Es así, los pingüinos seguirán marchando, como los lápices seguirán escribiendo.
Fuentes:
http://es.wikipedia.org/wiki/Protestas_escolares_chilenas_de_2006
http://elblogdeffuentes.blogspot.com/2006/08/la-marcha-de-los-pinginos.html
http://www.institut-gouvernance.org/es/analyse/fiche-analyse-348.html
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=32213