Primer certamen de jóvenes críticos en el Festival Internacional de Buenos Aires

jueves, 15 de octubre de 2009

Entrevista a Lisi Estaras


Por Ana Ailén Federico, Lara De Luca, Julieta Emiliozzi y equipo del Laboratorio de reflexión y producción periodística.


Lisi Estaras nos visitó en nuestra redacción del FIBA y nos dio la oportunidad de deambular por la creación de la obra Patchagonia con dramaturgia de Guy Cools y producción de les ballets C.de la .B. Esta obra deslumbró por su lógica propia y el poder de una creación que deja sensaciones encontradas desde la danza como eje central.

Naciste en Argentina y te fuiste a otros países a trabajar. ¿Cómo influyó en tu profesión el trabajo en otras partes del mundo?
Nací en Córdoba y estudié ballet en el Seminario Nacional de Danza. Mi sueño era ser bailarina clásica, y viendo que no iba a avanzar mucho en eso empecé a buscar otras cosas. En aquel momento tenía 19 años y también había estudiado trabajo social. Me preguntaba a qué me iba a dedicar en la vida, porque veía que no podía hacer las dos cosas (bailar y hacer una carrera universitaria). Sin planear y un poco por casualidad me fui a Israel a visitar familia y ahí gane una beca. Después, empecé a viajar y a estar en distintos lugares e iba absorbiendo cosas que no solamente estaban dentro de lo que es la danza sino que tenían que ver con la vida. Ahora vivo en Bruselas, que es una ciudad donde llega gente de todos lados y eso genera un movimiento continuo.

¿Cómo comenzaste a trabajar en la Compañía Les Ballets C. de la B.?
Empecé dentro de la compañía como bailarina para un coreógrafo y en este proceso de trabajar con él me di cuenta que había cosas que quería desarrollar: ideas y material de danza. De a poco comencé a desarrollar pequeños trabajos. Patchagonia, es mi primer espectáculo con una producción grande.

¿En este proceso eras sólo bailarina e ibas probando con la dirección?
Se dio todo en paralelo. Específicamente con Alain Platel, que es muy independiente, te permite trabajar mucho sola y entonces te vas dirigiendo a vos misma. Así encontré gente que tenía ganas de hacer cosas, trabajé mucho en colaboración, antes de dirigir sola. En líneas generales bailo para otra gente pero ahora estoy en un momento en el que me interesa más dirigir o bailar mis propias cosas.

¿Cómo fue el estreno en el FIBA?
Sentía una gran responsabilidad por que los bailarines son extranjeros y realizan propuestas de baile que toman del folclore de este país. Y me parece que en la obra hay mucho de eso, de ser un impostor.

¿Porqué elegiste la Patagonia como disparador creativo?
Estaba buscando un lugar vacío, un lugar fuera del mundo. Si pienso cual sería el fin del mundo, pienso en la Patagonia, aunque nunca estuve, pero es lo que se me viene a la cabeza. El fin del mundo lo asocio a ese lugar, es un lugar estigmático.

¿Porqué Patchagonia y no Patagonia?
Por varias razones, pero no quería que fuera Patagonia argentina porque sería como algo inspirado en ese lugar. Pero no es ese lugar, es un lugar inventado. Me divierte la idea del título con un error de ortografía en el medio y además de eso, es una palabra compuesta en Francés. Patch significa aburrimiento, espera, y me gusta la combinación de las dos palabras: agonía y espera.

En el comienzo de la obra el personaje alto realiza una especie de figura con el cuerpo y forma como una cara. ¿Cómo surge eso?
La idea de la obra es que esta gente se encuentra en un lugar aplastante, en un desierto. Esta gente está hace 25 años ahí y va a seguir estando. Este personaje está muy cansado, es como el árbol, un objeto del lugar. Específicamente lo que trabajé con él en esa escena, es que es el principio de algo. De Adán con las costillas, esa era la idea en ese momento. También hay un monólogo al final que habla sobre el pasado, sobre su padre, su madre y ahí hay una idea de ser niño. Esa parte de la costilla se relaciona con la madre, con el ombligo, con el texto y tiene un simbolismo.

¿La obra se podría asociar con un contexto histórico como la conquista del desierto?
No lo pensé como eso, pero sé que existe, y todos juntos vimos la película La Patagonia Rebelde. Esa presencia existe aunque no fuera mi objetivo.

El ballet de la obra Patchagonia es de diferentes nacionalidades. ¿Cuáles fueron los beneficios de trabajar con una compañía multicultural?
Es importante que sean de diferentes nacionalidades pero es más importante el background de cada uno. Hay uno que viene del circo, otro que es más actor, otro que es más clásico, la actriz que sabe flamenco, etc. Tiene que ver con sus nacionalidades, como el chico de Nueva Zelanda, que utiliza mucho las danzas tradicionales. Todos esos elementos enriquecen la obra. Trabajo con gente muy mezclada.

¿Cómo fue el trabajo con los intérpretes para las danzas folclóricas argentinas?
El material que yo produzco tiene mucho que ver desde el movimiento con lo folclórico pero también trabajamos con información teórica. Además, el folclore es una temática que me interesa mucho, tiene una pureza que en la danza contemporánea nos falta. Es un instinto bailar, cantar y con el folclore eso está muy presente: ponés una samba y todo el mundo se levanta y baila.

Y en Bélgica, ¿qué repercusión tuvo?
Es distinto, sienten que hay algo latino. Pero por ejemplo con la canción de Yupanki, “Piedra y camino”, pueden decir “que linda canción”; pero acá tiene mucho peso..

¿Cómo fue la experiencia en Córdoba en la cárcel?
Fue impresionante, yo ya había actuado una vez en la cárcel, y por eso insistí mucho en que quería llevarlos ahí. Es una experiencia única porque es gente que está programando hace mucho que va venir a ver este espectáculo. Es maravilloso actuar para alguien que también lo necesita. El recibimiento y lo que sentís ahí es muy especial.

Patchagonia en tu imaginario es un lugar muy aplastante, como la cárcel ¿Qué repercusión tuvo? ¿Cómo se lo tomaron?
Fue sin decorado, en el piso. Se divirtieron mucho, y había momentos en los que estaba todo muy tenso también, básicamente porque hay momentos muy excitados y otros en los que baja mucho la obra. Es muy ciclotímica.

Llamó mucho la atención que en la obra hubiera una sola mujer, y que en un momento de la obra se produjera una situación bastante violenta para con ella.
Algunos piensan que la obra es un poco machista, pero yo no la veo para nada así. En realidad, elegí esta gente porque fue con quienes yo quería trabajar. No tuve la idea previa que hubiera una sola chica. Pero para mí va mas allá de las cosas terrenales, es un personaje muy fluctuante, que llega, le pasan un montón de cosas y se va.

¿Cómo es elegir a los músicos y la música?
Cuando pensé en esta obra, conocía al violinista Tcha Limberger y el escuchó mucho esta música folclórica. La idea era que él se inspire en estos ritmos, y que creara algo con ellos. Hay partes que las escribió antes de que la obra empiece y otras cosas que las hicimos al mismo tiempo. Él es no vidente, así que se complica. Hay una escena “relámpago” en la que los bailarines danzan, y él escuchaba los ruidos. Es muy interesante cómo pudo hacer la música en base a la percepción.

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