Primer certamen de jóvenes críticos en el Festival Internacional de Buenos Aires

martes, 13 de octubre de 2009

De punkies y distanciados. Nota sobre Juan, la suerte


Por Leila Gorojovsky

Al salir del teatro Regio el espectador no avisado podría haber llegado a sentir que la puesta era desprolija, o que no logró conmoverse con la historia. Es probable que el espectador avisado haya experimentado lo mismo, pero tal vez supuso que se trataba de la técnica de distanciamiento fundada por Bertold Brecht.
Brecht, que era comunista, escribió varias de sus obras durante la Alemania pre-nazi: un ambiente muy movilizado a nivel político. Según su teoría, emocionarse ante la tragedia teatral, era cosa de burgueses. Esto lo llevó a crear un procedimiento mediante el cual, por medio de diversos recursos, actores y asistentes de escena le recordaban al espectador que lo que estaban viendo era una ficción.
La compañía teatral francesa Le Théatre de NéNéka tomó el texto inconcluso de Brecht sobre un cuento de los hermanos Grimm y puso en escena a Juan la Suerte (Jean la Chance): una obra con puesta minimalista que se acerca estética y musicalmente al punk. Al igual que Brecht, este movimiento rockero de fines de los setenta levantaba la bandera contra la sociedad burguesa y buscaba la simpleza con sus canciones de no más de tres acordes: lo mínimo indispensable para que quienes la ejecutasen no necesitaran ser músicos de escuela. En la obra, los cinco actores interpretan varios personajes, tocan instrumentos o cantan. Sus cambios de vestuario y esperas para salir a escena suceden a la vista del espectador. Un mismo elemento escénico es caballo o calesita. La guitarra eléctrica, vedette en la banda sonora del espectáculo, condimenta cada cuadro de la obra.
Al salir del teatro Regio, puede que al espectador la obra no le haya cerrado. Pero es seguro que no se aburrió.

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